lunes, 22 de octubre de 2007

Todo el mundo está viendo lo mismo en nuestros políticos

Deterioro politico
Hace tres años vimos la foto de Wessin levantando la mano con Hipólito; ahora lo vemos haciendo lo mismo con Leonel.
Bernardo Vega

Los inicios, a destiempo y sin sanción de la Junta Central Electoral, de la campaña proselitista presidencial, y sin que el PLD haya declarado formalmente a su candidato, evidencian cuánto se ha deteriorado nuestro sistema político.
Se va o se busca ir al Gobierno para disfrutar del botín. Se ambiciona el poder por el poder mismo. Los partidos minoritarios han devenido en negocios concesionarios unipersonales, ya que sus líderes políticos son tránsfugas y se venden al mejor postor.
Hace tres años vimos la foto de Wessin levantando la mano con Hipólito; ahora lo vemos haciendo lo mismo con Leonel.
El lema de campaña luce ser: “Si el otro lo hizo, yo también lo hago”, por lo que “ahora soy tan malo como lo fuiste tú”. Se contrató a la Sun Land y no a un banco de primer orden, aprovechando la gran mejoría en el riesgo país, lograda por el actual gobierno, con lo que se hubiesen podido evitar altos e innecesarios gastos financieros.
Eso no se puede criticar porque en el gobierno de Hipólito Mejía a la Sun Land también se le contrató, a través de un préstamo, para comprar helicópteros sin concurso, operación que comenzó con US$20 millones y terminó con US$86 millones, provocando un lío tan grande que el gobierno norteamericano se desligó de gran parte del préstamo y el Eximbank optó por no hacer más operaciones con esa empresa.
No se puede criticar que el Gobierno compre aviones militares Tucanos, pues esa operación la inició Hipólito Mejía. Son sólo dos ejemplos.
El Estado ha sido capturado por los políticos, ante los ojos atónitos de la sociedad civil. Cuando un partido gana, todos sus principales miembros pasan a ocupar cargos en el gabinete, dejando al partido como una caja vacía.
Ya no hay discursos redentores, ni tampoco coherencia entre el discurso y las prácticas de los políticos. No hay lealtad a los principios políticos. Predomina una orfandad ideológica que hace que los que llegan al poder, ante la ausencia de sus propios programas, optan por pedirle al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al Fondo Monetario Internacional (FMI) que les diga lo que hay que hacer.
Como consecuencia de todo lo anterior, los gobiernos son ineficientes. Dependen, para sobrevivir, del clientelismo.
El corto plazo se impone, más cuando hay elecciones cada dos años. Los servicios públicos de hoy día, energía eléctrica, recogida de basura, educación y transporte público, son más ineficientes que hace cuarenta años.
Nuestros niños reciben en las escuelas públicas apenas tres horas de clase al día. Los maestros son los primeros que quieren irse. Sus padres, y la sociedad civil, deberían promover cadenas humanas alrededor de esas escuelas para que sus hijos no salgan a las once de la mañana. Los maestros deben ser pagados por hora efectivamente trabajada.
¿Y ese fue el legado que heredamos de esas tres figuras mesiánicas que controlaron nuestra política durante más de treinta años y que desaparecieron tan sólo entre 1998 y el 2002, en un plazo de meses uno de los otros?

1 comentario:

mancorp dijo...

Lastimosamente es así. Los tres líderes políticos nos dejaron una clase política que no podía prescindir de ellos. No estaban preparadas para el relevo. (Mejor digo, a lo mejor a ellos no le interesaba ser relevados) Es por eso que en cada elección vivimos un ejercicio de improvisación, llegan a los cargos a asegurarse su ración del boa, no a servir a un pueblo que algún día entenderá que no es con gallinas, dinero, o zinc que se combate la pobreza. Algún día ...

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